La agricultura sintrópica es una manera de cultivar alimentos inspirada en cómo funciona un bosque. En lugar de poner el foco en lo que los seres humanos necesitamos de la tierra, este método sugiere que pensemos en cómo todos los seres vivos dependemos unos de otros y cómo podemos trabajar juntos. Así, al observar y aprender cómo las plantas, animales y microorganismos interactúan en un bosque, podemos imitar esas interacciones y crear sistemas de cultivo que sean beneficiosos para todo el ecosistema. La idea es replicar la manera en que el bosque se organiza por sí mismo, permitiendo que cada parte del sistema aporte algo valioso y mantenga un equilibrio natural.

​​Se fundamenta en principios clave, como la diversidad vegetal, la estratificación vertical, la acumulación de biomasa, la cobertura del suelo, la rotación de cultivos, la sucesión vegetal, el ciclo de nutrientes, la observación y adaptación, y el uso eficiente del agua.

En términos de cambio climático, este enfoque funciona como sumidero de carbono, almacenando carbono en la biomasa y el suelo. Además, reduce la necesidad de agroquímicos y labranza, mitigando las emisiones de CO2 y mejorando la resiliencia de los cultivos ante eventos climáticos extremos.